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Aquí descansan los restos del que fuera el gran Partido Nacional

Aquí descansan los restos del que fuera el gran Partido Nacional 27-2-1902 – 27-1-2009 R.I.P.
Columnistas La Tribuna 22 septiembre, 2011
Por: Boris Zelaya Rubí
Desde el inicio del presente gobierno, el Presidente Porfirio Lobo Sosa, se ha dedicado a cavar la tumba del gran Partido Nacional. La fosa se ha hecho más profunda, con el nombramiento en el cargo de secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores, del iluminado y experto en todas las áreas del conocimiento que un ser humano puede alcanzar, miembro activo del Partido Democracia Cristiana, sustituyendo al señor Mario Canahuati, quien fuera cancelado en forma abrupta y sin explicación.
Nos desconcierta que el Presidente electo por los nacionalistas, no encuentre hombres capaces para ese cargo, que tengan militancia indiscutible en nuestra institución política, habiendo tantos buenos hondureños y excelentes profesionales, que pudieron ocupar la mencionada Secretaría como: Carlos López Contreras, Guillermo Pérez Cadalso, Roberto Herrera Cáceres, René Becerra Zelaya y Leónidas Rosa Bautista entre otros. Mantenemos nuestras reservas que los mencionados aceptaran el cargo, pues como servidores de la patria y excelentes nacionalistas, no creemos que estén dispuestos a trabajar bajo las órdenes de un hombre con una ideología indefinida y actitud errática, que lo ha llevado a ocuparse personalmente de asuntos en el exterior, de los cuales el ministro tiene la obligación de estar informado y participar en las decisiones.
El señor Lobo actúa con la complicidad de algunos funcionarios, que serán castigados por el nacionalismo en las urnas, si se atreven a buscar un cargo de elección popular. Son traidores acomodaticios por intereses personales. Les vamos siguiendo la pista por su ciega obediencia en perjuicio de los activistas y de los hombres que han dado parte de su vida al que fuera el glorioso Partido Nacional ¡cobardes! Hombres cuyas mentes se activan únicamente por el llamado de sus ruidos estomacales.
Son miles de cachurecos los que se arrepienten cada día más, de haberle dado el voto a don Pepe, y se quedan desconcertados por la afinidad que demuestra, cuando selecciona sus colaboradores inmediatos, afines a otras ideologías.
El presidente del Comité Central del Partido Nacional de Honduras, está siendo criticado por sus declaraciones, que demuestran un menosprecio a la inteligencia de sus correligionarios. El edil capitalino ha manifestado que ahora le entiende al Presidente Lobo, pero que es una situación de máxima confidencialidad que no puede transmitirla al nacionalismo ¿y así quiere ser candidato? ¿No se dará cuenta qué al estar de acuerdo con las actitudes “indoblegables” de Pepe, está contribuyendo al futuro catastrófico del Partido Nacional?
Hay que aplaudirle al señor Ricardo Álvarez, por aceptar la purga de nacionalistas aunque sean sus amigos y fieles seguidores, y otros que sean sustituidos por los vencidos en la urnas, que militan en los partidos de “bolsillo”, que nunca hubieran tenido oportunidad de integrar un gobierno si no fuera que se les ha permitido en calidad de “arrimados”, o por la simpatía o por compartir la misma ideología de don Pepe. Mantener “pactos”, como consecuencia de haber detenido la amenaza contra la democracia, por países cuyas violaciones constitucionales han sido trampolines para dictadorzuelos, es un irrespeto a la autodeterminación de nuestro pueblo. El nacionalismo se siente traicionado.
Ha de ser difícil integrar el gobierno bajo la dirigencia del que cree que los aplausos de sus “soba levas” son por sus decisiones caprichosas y dañinas para el país (cada día que pasa se parece más al tal “Mel”). A sus colaboradores en algún momento el pueblo les pasará la factura, y no dudamos que serán los primeros en abandonar el barco, gordos y listos para vacacionar el resto de sus días.
La leyenda con que titulamos este artículo, estará grabada en la lápida de la tumba donde descansarán los restos del Partido Nacional, en un lugar denominado “La Empalizada” de la ciudad de Juticalpa, en el departamento de Olancho.