Mega campaña azul por : Mario Berrios
Los azulitos de las afueras de la capital, como quien dice, los de las orillas, esperaron ansiosos la obra de teatro impulsada por los jóvenes de la estrella azul, utilizados para —como siempre y sin percatarse— presentar la obra teatral en el Complejo Polideportivo.
La función se basó en que los actores dieran la impresión, al pueblo, de cinco aspectos básicos. Uno: que en el pozo azul (de las finanzas y el poder) reina la unión y armonía; dos: que no se están “peinando” el presupuesto nacional para realizar sus propias mega campañas políticas; tres: que se cumplirá el compromiso de no adelantarse en la carrera por la chequera y los sellos de la presidencial; cuatro: dar el mensaje de apoyo al hombre de la sonrisa y; cinco: hacer pensar al pueblo que el actual gobierno es un éxito rotundo.
Al considerar punto por punto la obra teatral escenificada, me deja el sabor que, a la hora de los aplausos —tibios, vale decir—, a todos los discursantes se les torció la lengua, el diskette, modificaron los diálogos y, por ello, prácticamente cambiaron las escenas. El único acto apasionante fue ver a centenares de compatriotas ansiosos por acercarse a los líderes, sin duda para recordarles la chamba, tomar de nuevo el número telefónico, que recordaran su rostro, dejarse dar una palmadita, tomarse una foto para decirle a otros correligionarios que está en el ajo, para renovar sus esperanzas de trabajo y confirmar su voto de castidad con el partido, aunque en el fondo muchos desean —se sabe— anotarse con la Necestencia o con ALAS, Alianza Libre para el Avance Social, el partido recién anunciado, donde un estimable amigo, exponente de la literatura nacional de pelo largo sobre su espalda, ya comienza a arrastrar votos.
El hombre de las treinta y tantas órdenes de captura e igual cantidad de cartas de libertad inició fervoroso, según el plan, lo que no fue suficiente. De segundo el come calladito de la muni capitalina estaba para la primera escena. Con 20 camionetas atrás de él, empecinado en dar una demostración de fuerza. En esta escena, me cuenta Solomo, vendedor callejero que asistió a la mega campaña, “un grupete de sudados correligionarios corrieron hacia él y levantaron sus banderas, a puras cachas, porque el palo que les habían proporcionado era muy pesado, además, según decían ellos, ni bueno que era el pago”. Eso sí, me consta, al tomar la palabra fue sincero en su discurso al decir que no hay unión cuando se tiran al fondo de la poza azul y que, la seguridad, en pocas palabras, dista mucho; mintió al decir que las aspiraciones están por último. Los críticos del arte no le dieron buena puntuación al avaluar su “coco”, porque en parte se le olvidó el libreto. ¡Esta escena arrancó buenos aplausos!, dice Solomo, el incansable vendedor de mi cuadra, “reconoció firmar miles de recomendaciones, aunque, según se rumora, la mitad va con el sello patas arriba, indicativo de que a esas no se les debe de parar bola en las chambas”.
Digamos que la tercer escena le correspondió al aguilucho pico largo de la caja fuerte a su lado. Arrancó aplausos y se mantuvo conforme al guión, lo inarmónico, fuera de tono o destemplado, es que se refirió a una doctrina rara que no supo articular ni convencer con su apreciación, entiendo deseaba referirse al humanismo cristiano, pero todavía no lo sabe vender, le falta lectura, con un poquito que lea le pega a la diana, porque se le ve arrastre. A la “actriz mexicana” de la politiquería nacional le habían dado buen chance en el micrófono, pero se acortó al no despertar ensordecedores aplausos; optó solito por agarrarse de la mano y bajarse del podio. Al llegar el famoso por desleal, el hombre del gran teatro y despilfarro Nacional, el equipo de respuesta y demostración de fuerza se agitaron, pero creo que no habían comido o, por lo menos, no los habían invitado a buen plato porque su gritería no fue ensordecedora, como estaba escrito en el guión.
A la señora de la sonrisa encantadora no le fue tan mal, por lo menos le aplaudieron su minuto. El funcionario que no encuentra ni una pulga y llega ocho meses después a un escenario de gran trascendencia, prefirió acortar su diálogo, igual otras distinguidas damas y caballeros de la “capirucha”. ¡Ahh!, por cierto la gallinita tapada que estuvo en el Norte no arrancó ni un aplauso. De los demás prácticamente no se puede hablar porque la cámara filmadora no los captó, ni de bulto, incluso mucha gente abandonó el escenario mientras los últimos grababan su respectiva escena. Y en vista de que el local se encontraba con menos del cincuenta por ciento de las personas que habían llegado, el último en aparecer prefirió ser breve en su alocución, que no duró ni dos minutos, saludó, miró a los asistentes y se retiró.
Nota 1: A los actores locales prácticamente no les prestaron el micrófono ni la guitarra para realizar su acto. Nota 2: Al ver la película en los medios informativos, se ve que editaron bien el material, cortaron la escena esa donde tramitan los más de 20 “melones” del pueblo para financiar esa función.
La función se basó en que los actores dieran la impresión, al pueblo, de cinco aspectos básicos. Uno: que en el pozo azul (de las finanzas y el poder) reina la unión y armonía; dos: que no se están “peinando” el presupuesto nacional para realizar sus propias mega campañas políticas; tres: que se cumplirá el compromiso de no adelantarse en la carrera por la chequera y los sellos de la presidencial; cuatro: dar el mensaje de apoyo al hombre de la sonrisa y; cinco: hacer pensar al pueblo que el actual gobierno es un éxito rotundo.
Al considerar punto por punto la obra teatral escenificada, me deja el sabor que, a la hora de los aplausos —tibios, vale decir—, a todos los discursantes se les torció la lengua, el diskette, modificaron los diálogos y, por ello, prácticamente cambiaron las escenas. El único acto apasionante fue ver a centenares de compatriotas ansiosos por acercarse a los líderes, sin duda para recordarles la chamba, tomar de nuevo el número telefónico, que recordaran su rostro, dejarse dar una palmadita, tomarse una foto para decirle a otros correligionarios que está en el ajo, para renovar sus esperanzas de trabajo y confirmar su voto de castidad con el partido, aunque en el fondo muchos desean —se sabe— anotarse con la Necestencia o con ALAS, Alianza Libre para el Avance Social, el partido recién anunciado, donde un estimable amigo, exponente de la literatura nacional de pelo largo sobre su espalda, ya comienza a arrastrar votos.
El hombre de las treinta y tantas órdenes de captura e igual cantidad de cartas de libertad inició fervoroso, según el plan, lo que no fue suficiente. De segundo el come calladito de la muni capitalina estaba para la primera escena. Con 20 camionetas atrás de él, empecinado en dar una demostración de fuerza. En esta escena, me cuenta Solomo, vendedor callejero que asistió a la mega campaña, “un grupete de sudados correligionarios corrieron hacia él y levantaron sus banderas, a puras cachas, porque el palo que les habían proporcionado era muy pesado, además, según decían ellos, ni bueno que era el pago”. Eso sí, me consta, al tomar la palabra fue sincero en su discurso al decir que no hay unión cuando se tiran al fondo de la poza azul y que, la seguridad, en pocas palabras, dista mucho; mintió al decir que las aspiraciones están por último. Los críticos del arte no le dieron buena puntuación al avaluar su “coco”, porque en parte se le olvidó el libreto. ¡Esta escena arrancó buenos aplausos!, dice Solomo, el incansable vendedor de mi cuadra, “reconoció firmar miles de recomendaciones, aunque, según se rumora, la mitad va con el sello patas arriba, indicativo de que a esas no se les debe de parar bola en las chambas”.
Digamos que la tercer escena le correspondió al aguilucho pico largo de la caja fuerte a su lado. Arrancó aplausos y se mantuvo conforme al guión, lo inarmónico, fuera de tono o destemplado, es que se refirió a una doctrina rara que no supo articular ni convencer con su apreciación, entiendo deseaba referirse al humanismo cristiano, pero todavía no lo sabe vender, le falta lectura, con un poquito que lea le pega a la diana, porque se le ve arrastre. A la “actriz mexicana” de la politiquería nacional le habían dado buen chance en el micrófono, pero se acortó al no despertar ensordecedores aplausos; optó solito por agarrarse de la mano y bajarse del podio. Al llegar el famoso por desleal, el hombre del gran teatro y despilfarro Nacional, el equipo de respuesta y demostración de fuerza se agitaron, pero creo que no habían comido o, por lo menos, no los habían invitado a buen plato porque su gritería no fue ensordecedora, como estaba escrito en el guión.
A la señora de la sonrisa encantadora no le fue tan mal, por lo menos le aplaudieron su minuto. El funcionario que no encuentra ni una pulga y llega ocho meses después a un escenario de gran trascendencia, prefirió acortar su diálogo, igual otras distinguidas damas y caballeros de la “capirucha”. ¡Ahh!, por cierto la gallinita tapada que estuvo en el Norte no arrancó ni un aplauso. De los demás prácticamente no se puede hablar porque la cámara filmadora no los captó, ni de bulto, incluso mucha gente abandonó el escenario mientras los últimos grababan su respectiva escena. Y en vista de que el local se encontraba con menos del cincuenta por ciento de las personas que habían llegado, el último en aparecer prefirió ser breve en su alocución, que no duró ni dos minutos, saludó, miró a los asistentes y se retiró.
Nota 1: A los actores locales prácticamente no les prestaron el micrófono ni la guitarra para realizar su acto. Nota 2: Al ver la película en los medios informativos, se ve que editaron bien el material, cortaron la escena esa donde tramitan los más de 20 “melones” del pueblo para financiar esa función.
