Comicios y causas del elector
Por: Mario Berríos
Durante los periodos eleccionarios, las causas de un pueblo y del elector, deben manifestarse ampliamente con el voto. Víspera de consolidar la simpatía por los diversos candidatos ofrecidos —en el menú de opciones— el ciudadano debe entender que tiene la oportunidad de castigar y, a la vez, otorgarle confianza a determinados conciudadanos para la conformación ideal del futuro gobierno. Antes de poner el voto el compatriota debe preguntarse si tal o cual candidato es una persona merecedora de la confianza. Aquellos que se mantienen en el abstencionismo, por cierto del 60 %, con no votar le facilitan espacio a los mismos corruptos de siempre, a aquellas argollas que tienen aprisionado al país en un círculo vicioso del cual no se desprende la sociedad. El desgaste, hasta hoy, alcanzado luego de gobiernos tras gobiernos plagados de actos de corrupción y desidia, lo mismo así cambie uno y venga otro, es humillante y fatal para un pueblo sumido en la desgracia.
En mi opinión estamos —conforme al análisis de muchos escenarios— a las puertas de una revolución violenta si los cambios no apuran el paso del progreso, de la inversión y de la creación de fuentes de empleo. En las democracias incipientes, como la nuestra, las revoluciones nacen principalmente a raíz de la infamia generalizada en las estructuras de los diferentes gobiernos. En relación a los ciudadanos de tierra adentro, los demagogos con su eterna falta de compromiso y repartición de tajadas para ellos y los suyos, obligan a los diferentes estratos sociales a reunirse para conspirar, porque la desgracia aproxima en causa común aun a los enemigos acérrimos. Fácil es convencerse de que esto se ha repetido mil veces. Son los políticos irresponsables quienes producen la caída de las democracias, poniendo a los ciudadanos en la urgente necesidad de agruparse contra ella. En nuestro país, los demagogos irresponsables, administradores de tantas instituciones estatales, han despilfarrado el futuro de las mayorías. Nuestros charlatanes de la política y la administración pública, con el objeto de multiplicar y engrosar al fisco, para luego despilfarrarlo en sus francachelas y viajes, tienen con una carga insoportable a toda la clase social que paga sus impuestos.
Hoy, para quienes nos manifestamos por diversos medios, una batalla campal en contra de sus voces y de la verdad, la amenaza es latente, dosificada y progresiva. Esos mismos embaucadores de la política, queriendo congraciarse con supuestas mayorías, han llegado a irritar a las verdaderas masasa causa de las injusticias que contra ellas se cometen, haciéndoles que carguen —en su espalda— con todos sus excesos de gastos públicos. En respuesta a las opiniones en contra, estos mismos gobiernos se han contentado con calumniar a quienes levantan la voz, convirtiendo su gestión en una tiranía. Los síntomas de una tiranía o dictadura comienzan con la concentración de poderen una determinada persona, como sucedía con el Pritaneo de Mileto, donde un magistrado estaba revestido de tal autoridad que reunía numerosas y poderosas atribuciones, ¿arrastró a la guerra a un pueblo?, por supuesto.
Históricamenteen un pueblo dedicado a sus tareas domésticas, subsistiendo a duras penas, los ávidos y embriagados de poder alcanzan la tiranía con facilidad. Para cumplir sus sueños de dictador les conviene ganarse la confianza del pueblo; y para ganarla les basta declararse enemigos de quienes producen riqueza, como Dionisio consiguió que se decretara a su favor la tiranía profesando el odio a los ciudadanos opulentos, eso le sirvió para ganar la confianza del pueblo, que le consideraba como su amigo más sincero, pero hubo que ver su final...
Como están las cosas, la elección de este año podría salvar ese escollo, que de caer en él estaremos otras décadas en desgracia, por ello los votantes deben ser acuciosos en la selección de sus candidatos. Entre las principales causas de la población deberían de estar, en su orden, votar contra el bipartidismo azul y rojo, no votar por los mismos de siempre, aquellos políticos desfasados y traidores de las causas por las que hoy buscan protegerse o ampararse en el voto popular. Otra causa del pueblo es darcon el voto la apertura y confianza a los partidos emergentes y sus agremiados, donde hay muchos ciudadanos con una nueva visión de hacer política.
Tres partidos emergentes ofrecen mayores posibilidades de una mejora en la sociedad que las rancias estructuras del bipartidismo rojo y azul, LIBRE, PAC y Alianza Democrática Hondureña, éste último donde se han aglutinado una buena cantidad de ciudadanos patriotas (ex de las fuerzas armadas), profesionales de todas las ciencias (médicos, ingenieros, abogados, periodistas), obreros, campesinos, reservistas, intelectuales, jóvenes; ex miembros de otros partidos donde jamás tuvieron una oportunidad (en particular de las partidos Nacional y liberal); estudiantes; mujeres; ancianos, jubilados; compatriotas de diversas ideologías, maestros e incrédulos.
