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Un panorama liberal despejado

Por : HORACIO ,Revista Hablemos Claro
El Partido Liberal de Honduras tiene un panorama más despejado en los últimos días, que le permite allanar el camino para reencontrarse y reunificarse, CON LO CUAL EL SISTEMA DEMOCRÁTICO SE FORTALECE y respira un oxígeno bastante depurado. Primero porque los liberales que venían sumados al grupo denominado la Resistencia han retomado la única senda por la cual pueden caminar en busca de cumplir sus aspiraciones políticas, acercándose al Consejo Central Ejecutivo, al que reconocen como la autoridad del partido.

 Segundo, porque en la asamblea del Frente Popular de Resistencia han quedado los que verdaderamente pertenecen a esta agrupación, definida ideológicamente en las ideas marxistas, que nada tienen que ver con el liberalismo. Y finalmente porque el ex presidente Manuel Zelaya ha tomado partido por el único bando al que cree que debe pertenecer que es el Frente Popular. Planteadas así las cosas, solo un ingenuo podría pensar que la reunificación del Partido Liberal pasa por la reincorporación de Zelaya al liberalismo. El ex presidente Zelaya al pedir al frente su rechazo a participar en el próximo evento electoral y obtener como respuesta el desacato de los liberales, ha firmado su retiro del liberalismo y se queda militando en el Frente Popular de clara determinación socialista.
El razonamiento de Carlos Montoya, experimentado líder del liberalismo, criticando a Zelaya por su vinculación al socialismo, es palpable que los liberales propiamente dichos no seguirán a Zelaya en su aventura socialista, afín con aquellas organizaciones sindicales y gremiales de clara afiliación socialista e identificados con los gobiernos más oprobiosos del continente como son las dictaduras de Cuba y Venezuela. Siendo el liberalismo, en su esencia desde que nació como corriente política y de pensamiento, un escenario para las libertades, era de esperarse que los liberales, que al principio fueron entusiasmados por los proyectos de Zelaya, poco a poco fueran cayendo en cuenta que no pueden vivir haciendo causa común con organizaciones de clara definición autoritaria, que rechazan las elecciones como fuente de la democracia y que tienen su propio modelo y sus proyectos particulares para saltar al poder. Quedando despejado el panorama, los liberales que sigan atormentados por la fiebre del socialismo del siglo XXI deberán olvidarse de los espacios políticos democráticos para acostumbrarse a las asambleas del Frente Popular donde también hay señorones y barones, que son aquellos que dominan los mandos de los sindicatos desde hace más de 25 y 30 años, y que creen que también en la política pueden ser capaces de imponer sus ideas aberradas para apoderarse del país como lo ha hecho Fidel Castro en Cuba y como se está proponiendo Hugo Chávez en Venezuela.
Al Partido Liberal lo que le queda ahora es terminar de aclarar sus aguas y establecer un itinerario alrededor de un liderazgo netamente liberal capaz de poner al partido en el nivel competitivo frente al Partido Nacional que se ha fortalecido en el gobierno. Para el sistema democrático hondureño es saludable esta clarificación del liberalismo, porque permitirá que exista una oposición saludable que requiere el gobierno nacionalista para dirigir correctamente los asuntos de Estado. Y a los que creen que ya no pueden continuar en el liberalismo, les queda el beneficio de militar en el sector donde mejor se acomoden. Como bien lo dijera Mel Zelaya cuando se sintió lastimado por la ubicación de centro izquierda que le hicieran en aquel momento: “dicen que soy de centro izquierda, quítenme el centro y me quedo solo a la izquierda”. Pues bien, eso es lo que ha ratificado Zelaya al quedarse en el Frente Popular acompañado de las viejas figuras del desfasado y anacrónico movimiento sindical marxista.
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