El futuro de Zelaya y del FNRP
Por :Juan Ramón Martínez
Como habíamos anticipado, la resistencia “zelayista” ha renunciado a la vía electoral, argumentando que no hay condiciones objetivas para ello. La verdad es que, además de la falta de respeto de las elecciones como mecanismo para la toma del poder, el Frente Nacional de Resistencia Popular ha sido objeto de un deterioro interior, que ha minado sus fuerzas
e incapacitado al mismo para presentarse como una opción electoral con alguna posibilidad de éxito. En un informe autocritico, se reconoce que aunque el prestigio y laimagen de Zelaya se mantiene e incluso crece entre algunos sectores poco favorecidos del tejido social, el Frente como tal, mengua y se debilita. Tal cosa es obvia. En lo primero, la ausencia de Zelaya, su capacidad de comunicación que solo tiene comparación con la de Villeda Morales en sus mejores tiempos, le ha permitido convertirse en una victima que no solo reclama el retorno a la Patria sino que además exige el castigo a los que le defenestraron y reclama urgentemente el cese de una aparente, poco comprobada, represión en contra de sus seguidores.
En lo segundo, el Frente, -- igual que otros grupos, debilita la movilización popular porque le agobia un sectarismo sin igual--, ha dejado de crecer. Y las organizaciones políticas, que no crecen, estan condenadas a la muerte. Los cuestionamientos del Frente, además de bruscos y sectarios, tienen una clara ausencia esperanzadora – que si la aporta Zelaya con sus comentarios, cartas y mensajes electrónicos – en vista que carece de una propuesta constructiva que nos haga pasar del desorden establecido actual a uno ordenado en donde, además de los castigo de los culpables, los que sobrevivan tendrán una vida mejor, de libertad plena y de segura felicidad. Juan Barahona, Carlos H, Reyes, Rasel Tome, Gloria Oqueli y los dirigentes magisteriales – la columna vertebral de la Resistencia– no tienen mas allá de un activismo desbocado, la capacidad de los hombres de estado que desde la oferta electoral pueden mover las masas hacia el poder. Por ello es que no tienen un nuevo discurso – que exigen la nuevas circunstancias políticas – y mucho menos un comportamiento que les permita ser visto como una fuerza esperanzadora que opere como alternativa de los partidos políticos y constituya un salto cualitativo en el comportamiento del movimiento laboral interesado en los últimos tiempos, en la obtención de recursos materiales en el corto plazo, sin una visión clara de cómo debe operar la estructura general del país para que no corra el riesgo del colapso.
Por supuesto, este análisis preliminar del FNRP no nos debe llevar a menospreciarle sus posibilidades futuras; y, mucho menos, su capacidad de ejercer acciones destinadas a desestabilizar el país. Tienen capacidad en este momento de hacer perder las próximas elecciones al Partido Liberal, facilitándole – como lo hicieron con Lobo Sosa – a los nacionalistas el cumplimiento de un segundo periodo continuo en el ejercicio del poder. Además el FNR, tiene todavía alguna fuerza de movilización para tomar carreteras y paralizar algunas vías urbanas. Y si sigue la propuesta de Gloria Oqueli, incluso puede ejecutar acciones armadas con las que aterrorizar a la opinión publica. Desafortunadamente cada vez que el FNR, asume una conducta agresiva y amenazante, dejando la política como espacio de transacción y se lanza por la pendiente de la amenaza, pierde el respeto de las fuerzas que son las llamadas a respaldarle en las urnas. Las invitaciones a la violencia en contra del sistema o de los golpistas son útiles para mantener animados a los activistas, pero constituyen un negativo mecanismo de captación y mantenimiento de los hondureños que, por diversas razones, están de acuerdo con las posturas de Zelaya, que quieren su regreso e incluso le gustaría – en contra de las enseñanzas dela historia – volverlo a ver gobernando al país.
De modo que mientras Zelaya siga en Dominicana, su deterioro político será muy lento y en los próximos 3 años tendrá algún peso publicitario en la vida política. En tanto que el Frente, sino rectifica y renuncia al sectarismo gremial, inclinándose por la paz y la tranquilidad, en tanto ofrece salidas constructivas a la crisis que vivimos, es difícil que el pueblo les respalde mas allá de lo que ha hecho hasta ahora. Volverá a ser lo que siempre fue en el pasado, el Bloque Popular.
Share |
Como habíamos anticipado, la resistencia “zelayista” ha renunciado a la vía electoral, argumentando que no hay condiciones objetivas para ello. La verdad es que, además de la falta de respeto de las elecciones como mecanismo para la toma del poder, el Frente Nacional de Resistencia Popular ha sido objeto de un deterioro interior, que ha minado sus fuerzas
e incapacitado al mismo para presentarse como una opción electoral con alguna posibilidad de éxito. En un informe autocritico, se reconoce que aunque el prestigio y laimagen de Zelaya se mantiene e incluso crece entre algunos sectores poco favorecidos del tejido social, el Frente como tal, mengua y se debilita. Tal cosa es obvia. En lo primero, la ausencia de Zelaya, su capacidad de comunicación que solo tiene comparación con la de Villeda Morales en sus mejores tiempos, le ha permitido convertirse en una victima que no solo reclama el retorno a la Patria sino que además exige el castigo a los que le defenestraron y reclama urgentemente el cese de una aparente, poco comprobada, represión en contra de sus seguidores.
En lo segundo, el Frente, -- igual que otros grupos, debilita la movilización popular porque le agobia un sectarismo sin igual--, ha dejado de crecer. Y las organizaciones políticas, que no crecen, estan condenadas a la muerte. Los cuestionamientos del Frente, además de bruscos y sectarios, tienen una clara ausencia esperanzadora – que si la aporta Zelaya con sus comentarios, cartas y mensajes electrónicos – en vista que carece de una propuesta constructiva que nos haga pasar del desorden establecido actual a uno ordenado en donde, además de los castigo de los culpables, los que sobrevivan tendrán una vida mejor, de libertad plena y de segura felicidad. Juan Barahona, Carlos H, Reyes, Rasel Tome, Gloria Oqueli y los dirigentes magisteriales – la columna vertebral de la Resistencia– no tienen mas allá de un activismo desbocado, la capacidad de los hombres de estado que desde la oferta electoral pueden mover las masas hacia el poder. Por ello es que no tienen un nuevo discurso – que exigen la nuevas circunstancias políticas – y mucho menos un comportamiento que les permita ser visto como una fuerza esperanzadora que opere como alternativa de los partidos políticos y constituya un salto cualitativo en el comportamiento del movimiento laboral interesado en los últimos tiempos, en la obtención de recursos materiales en el corto plazo, sin una visión clara de cómo debe operar la estructura general del país para que no corra el riesgo del colapso.
Por supuesto, este análisis preliminar del FNRP no nos debe llevar a menospreciarle sus posibilidades futuras; y, mucho menos, su capacidad de ejercer acciones destinadas a desestabilizar el país. Tienen capacidad en este momento de hacer perder las próximas elecciones al Partido Liberal, facilitándole – como lo hicieron con Lobo Sosa – a los nacionalistas el cumplimiento de un segundo periodo continuo en el ejercicio del poder. Además el FNR, tiene todavía alguna fuerza de movilización para tomar carreteras y paralizar algunas vías urbanas. Y si sigue la propuesta de Gloria Oqueli, incluso puede ejecutar acciones armadas con las que aterrorizar a la opinión publica. Desafortunadamente cada vez que el FNR, asume una conducta agresiva y amenazante, dejando la política como espacio de transacción y se lanza por la pendiente de la amenaza, pierde el respeto de las fuerzas que son las llamadas a respaldarle en las urnas. Las invitaciones a la violencia en contra del sistema o de los golpistas son útiles para mantener animados a los activistas, pero constituyen un negativo mecanismo de captación y mantenimiento de los hondureños que, por diversas razones, están de acuerdo con las posturas de Zelaya, que quieren su regreso e incluso le gustaría – en contra de las enseñanzas dela historia – volverlo a ver gobernando al país.
De modo que mientras Zelaya siga en Dominicana, su deterioro político será muy lento y en los próximos 3 años tendrá algún peso publicitario en la vida política. En tanto que el Frente, sino rectifica y renuncia al sectarismo gremial, inclinándose por la paz y la tranquilidad, en tanto ofrece salidas constructivas a la crisis que vivimos, es difícil que el pueblo les respalde mas allá de lo que ha hecho hasta ahora. Volverá a ser lo que siempre fue en el pasado, el Bloque Popular.
Share |
