¿Es la hora de salir a la calle? por : Juan R. Martinez
Porfirio Lobo, JOH, Chang Castillo, Yadira Bendaña, Marco Andino, Mauricio Oliva, Ricardo Rodríguez, Orle Solís, Ramón Velásquez, Arturo Corrales y otros “continuistas” más, miembros del Partido Nacionalista-Liberal, se preparan para pulverizar a los artículos pétreos, ampliar el periodo presidencial; y restablecer el continuismo en el país. Como si fuéramos un país árabe. En donde los gobernantes son eternos. No solo tienen el respaldo del Departamento de Estado, y de Llorens, sino que la callada simpatía de algunos empresarios que andan detrás de negocios turbios, arreglos de oficinas y contratos ilegales. Tienen la asesoría de Insulza. Para llevar a la práctica el “plan 16 años continuos”, le hacen creer a los tontos, que Lobo les dará una rajita, para que porten la banda presidencial sobre sus menguados y famélicos pechos. Y que, proteja a Zelaya.
A los nacionalistas-liberales, cada día que pasa, más les gusta el poder. Los hace sentirse más altos, guapos, inteligentes y habilidosos. (Lobo desde que habla como humanista cristiano, le brilla más la cara y se ríe con más elegancia). Como quienes consumen drogas, ven mejor la realidad; y se sienten más seguros y con fuerza para emprender cualquier tarea, noble o innoble, en la búsqueda de sus objetivos, incluso la de ponerse de rodillas en la colonia Viera para limpiarle los jardines de la residencia del embajador, la verdadera fuente de la soberanía nacional. Por ello, se aprestan a ratificar las reformas al artículo 5 de la Constitución, a aprobar las “ciudades alquiladas”, a convocar diálogos con todo el mundo, debilitar la Corte Suprema y a vender ilusiones, como si se tratara de espejitos de colores. Están convencidos como les dijo Romer –que no recuerda el fiasco de Madagascar– y de Callejas que se las sabe las suyas y las ajenas, que hay que aprobarlo ahora que el pueblo está embobado, sin liderazgo y sin disposición para protestar. Porque no tiene partidos de oposición.
En estas circunstancias, la única forma de detener a los continuistas nacionalistas liberales, es la movilización popular y la rebelión que autoriza la Constitución de la República, respaldada por las Fuerzas Armadas. El pueblo tiene que salir a la calle a manifestarse, a decir su palabra, expresando sus opiniones; y dando cuenta que el referéndum y el plebiscito, para que sean auténticos, tienen que convocarlos las urgencias populares y no las manipulaciones de los gobernantes. A esa resistencia, la única que respetan JOH, Lobo Sosa, Chang Castillo y otros continuistas enfermizos de poder, hay que movilizarla y sacarla a la calle.
Hay una callada oposición democrática que se está incubando desde hace algunas semanas; y la que puede manifestarse en el momento mismo en que JOH eche andar la maquinaria del partido único, desde el Congreso Nacional bajo su control personal. Esta oposición está integrada en primer lugar por los nacionalistas engañados que, además se sienten avergonzados que sus dirigentes desoigan el mandato electoral, se comprometan en tareas de entrega de soberanía, mientras descuidan los intereses de dominación de los gobernantes vecinos e introducen mediante la violación de la ley, reformas destinadas a facilitarles las cosas personales. Además, los liberales “resistentes” se han dado cuenta que les hicieron el paso del tonto; y que además de quitarles las banderas suyas en cuanto a reformas populistas se refiere, los continuistas “nacionalistas liberales” las quieren para ellos; y solo para ellos, Además, están los liberales que trinan del disgusto porque se sienten engañados por los diputados que creían que eran suyos; pero que en realidad han caído en las redes numismáticas de JOH, que ha usado los dineros del Congreso para imponerle a los diputados liberales, muchos de ellos anticachurecos, la corbata azul, la obediencia en la destrucción del PL y en la instauración de un régimen que está en las antípodas de la democracia, anulando la real participación popular y debilitando la defensa de Honduras de los apetitos externos. Que siempre han esperado la oportunidad.
Solo le tienen miedo a Llorens, a la cólera popular y a los militares. Llorens, los hinca en el jardín. El pueblo les acobarda. Y se espantan cuando el ejército no les obedece. ¿Es la hora de obligarlos a correr y sacarlos del poder? Creo que sí.
Juan Ramon Martinez analista politico y columnista en varios medios escritos y televisivos de Honduras
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A los nacionalistas-liberales, cada día que pasa, más les gusta el poder. Los hace sentirse más altos, guapos, inteligentes y habilidosos. (Lobo desde que habla como humanista cristiano, le brilla más la cara y se ríe con más elegancia). Como quienes consumen drogas, ven mejor la realidad; y se sienten más seguros y con fuerza para emprender cualquier tarea, noble o innoble, en la búsqueda de sus objetivos, incluso la de ponerse de rodillas en la colonia Viera para limpiarle los jardines de la residencia del embajador, la verdadera fuente de la soberanía nacional. Por ello, se aprestan a ratificar las reformas al artículo 5 de la Constitución, a aprobar las “ciudades alquiladas”, a convocar diálogos con todo el mundo, debilitar la Corte Suprema y a vender ilusiones, como si se tratara de espejitos de colores. Están convencidos como les dijo Romer –que no recuerda el fiasco de Madagascar– y de Callejas que se las sabe las suyas y las ajenas, que hay que aprobarlo ahora que el pueblo está embobado, sin liderazgo y sin disposición para protestar. Porque no tiene partidos de oposición.
En estas circunstancias, la única forma de detener a los continuistas nacionalistas liberales, es la movilización popular y la rebelión que autoriza la Constitución de la República, respaldada por las Fuerzas Armadas. El pueblo tiene que salir a la calle a manifestarse, a decir su palabra, expresando sus opiniones; y dando cuenta que el referéndum y el plebiscito, para que sean auténticos, tienen que convocarlos las urgencias populares y no las manipulaciones de los gobernantes. A esa resistencia, la única que respetan JOH, Lobo Sosa, Chang Castillo y otros continuistas enfermizos de poder, hay que movilizarla y sacarla a la calle.
Hay una callada oposición democrática que se está incubando desde hace algunas semanas; y la que puede manifestarse en el momento mismo en que JOH eche andar la maquinaria del partido único, desde el Congreso Nacional bajo su control personal. Esta oposición está integrada en primer lugar por los nacionalistas engañados que, además se sienten avergonzados que sus dirigentes desoigan el mandato electoral, se comprometan en tareas de entrega de soberanía, mientras descuidan los intereses de dominación de los gobernantes vecinos e introducen mediante la violación de la ley, reformas destinadas a facilitarles las cosas personales. Además, los liberales “resistentes” se han dado cuenta que les hicieron el paso del tonto; y que además de quitarles las banderas suyas en cuanto a reformas populistas se refiere, los continuistas “nacionalistas liberales” las quieren para ellos; y solo para ellos, Además, están los liberales que trinan del disgusto porque se sienten engañados por los diputados que creían que eran suyos; pero que en realidad han caído en las redes numismáticas de JOH, que ha usado los dineros del Congreso para imponerle a los diputados liberales, muchos de ellos anticachurecos, la corbata azul, la obediencia en la destrucción del PL y en la instauración de un régimen que está en las antípodas de la democracia, anulando la real participación popular y debilitando la defensa de Honduras de los apetitos externos. Que siempre han esperado la oportunidad.
Solo le tienen miedo a Llorens, a la cólera popular y a los militares. Llorens, los hinca en el jardín. El pueblo les acobarda. Y se espantan cuando el ejército no les obedece. ¿Es la hora de obligarlos a correr y sacarlos del poder? Creo que sí.
Juan Ramon Martinez analista politico y columnista en varios medios escritos y televisivos de Honduras
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